
Han pasado unas semanas desde las polémicas elecciones celebradas en E.E.U.U. y aun las grandes cadenas informativas no han expuesto certeramente cual es el principal argumento que posee la denuncia de fraude esgrimida por Donald Trump y su equipo legal. Lo que resulta curioso, puesto que dichos medios han tomado de manera ofensiva el señalamiento presidencial por considerarlo un insulto a la transparencia institucional y democrática del país norteamericano.
La queja del mandatario es simple de entender: pide realizar una auditoria externa, no dependiente de ningún organismo gubernamental o partidario, sobre los votos emitidos por correo. En dicho proceder, se pretende que se verifiquen las firmas que poseen, tanto el sobre que contiene el voto como la papeleta donde se marca el nombre de los candidatos elegidos por cada votante. Si ambas firmas coinciden, debería reconocerse ese voto como válido. En cambio, si hay diferencias entre sí o cualquier otra cuestión que impida una debida certificación, ese voto debería considerarse sin valor.
Ciertamente, desde semanas antes a la celebración de los comicios del pasado 3 de noviembre, Trump habia puesto sus ojos en el voto por correo y los problemas que el proceso de certificación podría causar. El primer gran obstáculo estaba dado en que existe una dispar legislación entre diferentes estados para validar dicho voto. El segundo inconveniente radicaba en la fecha límite de recepción de los sufragios, algo que también exponía disparidad de criterios legales entre estados. Sin un proceder similar, bajo criterios compartidos, se previa escándalos alrededor de dicha forma de votación. Y así ocurrió.
El pasado martes 2 de diciembre, el mandatario estadounidense brindó una declaración donde explicó la situación de su batalla legal para impugnar los resultados proyectados de los comicios, al mismo tiempo que brindó detalles de las pruebas recolectadas por su equipo legal para demostrar la existencia de un fraude orquestado a gran escala. En una de sus apreciaciones más relevantes, indicó: “No me importa si pierdo la elección, pero quiero perder una elección justa y transparente. Lo que no quiero es que le roben al pueblo estadounidense. Eso es por lo que estamos luchando, lo estamos haciendo y tenemos pruebas y evidencias”.
Curiosamente, no pareciera que Trump intentara dinamitar la democracia de E.E.U.U. Al contrario, todo lleva a intuir que busca salvarla si de verdad posee pruebas que podrían demostrar fraude electoral concreto. ¿Por qué los medios dicen lo contrario?